16 de noviembre del 2020
La pérdida es algo que nos deja la pandemia.
Voy caminando por las cercanías de la población Padre José Fernández en un Puerto Montt aún en cuarentena y pienso en todas esas cosas que ya no volverán.
Los seres queridos que la sombra de la muerte ha envuelto y que uno día a día lucha por no olvidar.
Los amigos que no he visto hacen meses, las conversaciones que nunca fueron y las anécdotas que por la distancia ya no quedaron.
A los amores que no fueron por la incomunicación, el quiebre que impone el virus a la rutina afectiva, que es más de seguro fortalecerá la tendencia a la baja natalidad en el país.
A los proyectos de vidas truncados, piensen en los atletas que han perdido un año de competencia, a los investigadores que no han podido entrar en los archivos de las bibliotecas para hacer sus estudios.
Lo único cierto que la vida anterior no volverá, será todo distinto y habrá que vivir esos tiempos con sus reglas y placeres.