lunes, diciembre 25, 2017

7 países abiertos en un soplo del caminante en búsqueda parte XIV y final

24 y 25 de septiembre del 2017
En la isla de Capri termina el viaje con el último canto a la distancia
 Pasada las 10:30  de la mañana nos fuimos de Pompeya  para cruzar por Napoles. En la zona hacia el puerto se veía muchas zona que mostraban gran precariedad de sus construcciones y edificios de departamentos ocupados por emigrantes en general.
  Al entrar al Puerto a mediodía tomamos nuestro barco hacia la isla Capri. Fue una hora y media de viaje, viendo a la distancia Napoles y la viva presencia del volcán Vesubio.
 Llegamos a la isla marcada por la presencia de gran cantidad de turistas. Tomamos un minibús y comenzamos a subir por la escarpada ruta de la cual se divisaba la accidentada geografía de aquel sitio.













Uno no entendía como conducían los lugareños, pero estaban acostumbrados a este periplo y ha saber los momentos en que cruzar.
 La presencia humana en Capri es desde la prehistoria en la Eneida de Virgilio sale nombrada y alcanzo sus años de gloria cuando el emperador Tiberio ( 42 a.C-37 d.C)  enamorado por la belleza del lugar construyo grandes residencias y otras obras.
En la parte alta de la isla comimos algo en un restaurant y caminamos por la tienda del lugar, los precios muy caros en general, se debe recordar que todo se debe traer a la isla y es residencia exclusiva de estrellas y millonarios.
En la tarde recorrimos en una lancha los alrededor de la isla, realmente bello, la guía nos indico una casa lejana donde habría vivido Neruda. Recordemos que en 1952 paso seis meses acompañados de su amada Matilde Urrutia en estos parajes donde compuso su libro Versos del Capitán.
A las 18 horas volvemos a Napoles tomamos el bus. De vuelta a Roma.
Al otro día tomamos el avión de Roma a Madrid España, una escala que me sirvió para comprarme algunos libros de historia de España.

7 países abiertos en un soplo del caminante en búsqueda parte XIII


24 de septiembre del 2017 
 La gran Pompeya 

 A las 4 de la madrugada había que estar despierto. Veloz ordeno todas mis cosas para tomar el bus de la última excursión programada del tour.





 Duermo poco en la ruta, entre la sombra y los primeros rayos de sol, voy comiendo algo esperando llegar a destino.
 Cerca de los 8 de la mañana estamos a la entrada de la mítica Pompeya.
Antes después de estacionarse el bus tomamos un desayuno en un local atestado de turistas, pero bien atendido.
 Pasamos por una feria donde no había tiempo de ver nada ya que había que estar en la entrada para pasar con la guía que nos asignaron a nuestro grupo. Pasada las nueve de la mañana después de que la guía local se presentara, iniciamos el recorrido. La antigua Pompeya fue una ciudad de la Antigua Roma ubicada en la región de Campania, cerca de la moderna ciudad de Nápoles que fue enterrada por la violenta erupción del volcán Vesubio el 24 de agosto del año 79 d. C. fallecieron varios de sus habitantes por efecto de un mortal flujo piroclástico.







 Andar por este lugar es como trasportarse a otra época, la ciudad es de grandes dimensiones. Todo parece estar en su sitio como esperando el retorno de sus habitantes, las residencias de los dueños del poder, las imágenes con los deseos y tentaciones, las calles perfectamente planificados, una sociedad que respiraba hasta que el volcán siguió su ciclo, cubriéndolo todo, como una burbuja, una huella del ayer que a quedado para el visitante.
 No puedo dejar de negar que las grandes dimensiones de la urbe me ha llamado la tentación mientras la luz penetra con fuerza remarcando los contornos del volcán Vesubio que está allí esperando un futuro despertar.