martes, octubre 21, 2008

El suicidio: Perderse en si mismo

Últimamente los casos de suicidios en Puerto Montt que han salido en los diversos medios de comunicación local ponen de nuevo este tema en la discusión pública. El suicidio ese acto tan provocador como quitarse la vida ha estado presente en toda la historia de la humanidad.

Un poco de historia

Los antiguos Galios consideraron razonable el suicidio por vejez, por muerte de los esposos, por muerte del jefe o por enfermedad grave o dolorosa. De igual forma, para los Celtas Hispanos, Vikingos y Nórdicos, la vejez y la enfermedad eran causas razonables para quitarse la vida. En la China del 1.800 A.C se llevaba a cabo por lealtad, en Japón se trataba de un acto ceremonial, por expiación o por derrota, y en la India por motivos litúrgicos o religiosos, así como por muerte de los esposos. En la edad media la Iglesia Católica Romana consideró esta práctica como un pecado. Actualmente desde el punto de vista jurídico y derechos humanos hoy el suicidio se considera para algunos un derecho argumentando que es un ejercicio de la soberana libertad que las personas tienen de salir de este mundo de la forma, tiempo y lugar que cada uno considera pertinente.

La situación en chile

En Chile la tasa de suicidios como casi en la mayor parte de los países de América Latina (exceptuando Cuba), registra un claro aumento en los últimos 15 años. Es así como a partir de estadísticas del Ministerio de Salud muestra que entre 1990 y 2002 las muertes por suicidio se han incrementado en 115% en la población nacional. Tasas que históricamente fueron más altas en adultos mayores hoy tienden a revertirse respecto de las correspondientes a grupos más jóvenes (15,8 por 100.000 habitantes en edad 20 a 29 años contra 14,4 en personas de más de 60 años).

El llamado de la muerte

El aumento de suicidios en nuestro país esta relacionado al proceso de globalización de la economía de mercado, que se ha intensificado en los últimos años en nuestra sociedad. La competitividad que se genera en la relaciones humanas, donde las metas que se deben cumplir son cada vez más alta en relación con las expectativas que tiene el individuo, producen ese desajuste que cualquier situación, hasta la más insignificante puede ser un factor detonante de la conducta suicida.

Una familia en desintegración, afectos no correspondidos, no lograr un objetivo académico o laboral hunden al individuo en ese si mismo escapatorio, donde no se busca la muerte, más bien simplemente escapar, anular el presente, abrir un nuevo mañana donde ese tiempo no este.

Pero existe una cifra preocupante que nos tiene que llevar a pensar. Desde la década de 1990 la prevalecía global de enfermedades mentales encontrada en Chile es alta, fluctuando entre 34 a 42% para alguna vez en la vida. Estos resultados sugieren que existiría un aumento de la prevalecía de estas enfermedades a lo largo del tiempo, desde el 19 al 20% en la década de los 60 hasta llegar al 28 a 42% a mediados de los 90.

Sin una política en salud mental que trate estos problemas en forma integral (tratamiento medico y fortalecimiento de los vínculos sociales) no se podrá hacer nada por disminuir la tasa de suicidios. La negación, el borrarse para dejar de ser, dejara su marca en cada esquina de la urbe para ser un espectáculo mediático, en que por primera vez será atendido ese individuo perdido en su laberinto.