domingo, diciembre 13, 2015

El efecto ausencia y los pasillos del yo





















12 de diciembre del 2015. Las palabras van y vienen en la barra del bar subte en Puerto Montt, mientras en la cañería una gotas de aguas flotan en un micromundo trasparente que destellan un puntito de luz difusa como las historias entre las sombras de huellas de un ayer cada ven más borroso entre los que conversan a pausa, mientras más jóvenes llegan al lugar.
La música arrastra el tiempo hasta las 1 de la mañana cuando a intervalos variables rotan los dj Christian Alvarez, Mariano Laffabrick y Johann Rehbein con sus set de house y tecno.
Es llamativo cuando comienzo a dar los primeros pasos  y te encuentras con ese efecto ausencia que se da cuando atrapan la mente de  alguien  las redes sociales de sus celulares. El cuerpo esta, como maniquís articulados tienes que ir esquivando en cada instante a los aparecen con ese síndrome  en la pista. Frases entrecortadas con el personaje virtual que navega en cualquier punto, con su sobrecargada expresión que la lengua real no puede expresar salvo en esa caricatura mediada por la tecnología, en perfiles rígidos construidos por las empresas en su juego de consumo, están allí con su anuncio del poder de control que está siempre presente.
3 : 05 horas. La fiesta en su clímax. Se me cruza la ilusión pasajera de un deseo que no lleva a ningún rumbo, no importa el sonido envuelve, paso a paso los labios ardientes de metáforas de pasiones  que florecen en otro lugar de este espacio están girando como soles ardientes, ensimismado, marco el movimiento, no queda nada más que el yo, con esos difusos sentimientos, nada articulados que giran, en un desahogo, que se alza en un ritmo puro hasta llegar hasta cerca de las 5 de la mañana, tomar el taxi para volver a casa y dejar que el sueño haga lo que tiene que hacer.

13 de diciembre del 2015.