
La frontera de fuego
En el puente del río Blanco se puede apreciar la actividad del volcán Chaitén que inalterable levanta su columna de ceniza. Nada lo detiene, sigue su propio camino, una lógica que ni la ciencia actual conoce.


El trabajo conjunto del Ministerio de obras publica, el cuerpo militar del trabajo y la municipalidad de Chaitén han podido limpiar en algo el curso del río Blanco en sus orillas se levantan cerros de ceniza fiel testigo de la fuerza incontrolable de ese gigante volcánico que ha esas horas de la mañana levantaba una columna de ceniza de

Se puede divisar una señal de un recuerdo persistente “ Parque Palena” dice el letrero. En febrero estuve en esta zona despidiendo el verano acompañando a un grupo de autoridades en unas visitas a las obras del camino río amarillo –lago espolón y la comitiva había entrado a ese parque a comer algo para continuar el viaje. Por supuesto la ruta y sus contornos estaban cambiados. Casas desaparecidas, el cementerio de Chaitén tapizado de ceniza, pero estaba esa continuidad esas alturas llenas de vegetación, ajenas a las emociones humanas.

Lenguaje y naturaleza


Uno se da cuenta que la naturaleza es una extensión que sobrepasa a nuestro razonamiento. En la bahía de Chaitén viendo todos los restos que ha dejado el río blanco en una masa deforme de artefactos, ceniza y agua, uno se siento ausente de la civilización. Los perros ladran marcando su territorio, las vacas pastan en la plaza en sus nuevos dominios y los caballos andan libres por el lado sur de Chaitén. Volveremos ha marcar presencia en este pueblo, esta claro pero será por un breve lapso un respiro en la evolución, eso a sido la huella del hombre en la tierra.
