Metri,
Metri, Metri, la moda estaba allá con su festival electrónico. Todo el mundo
andaba por ese sitio, sin embargo estoy acá este sábado 10 de enero en el bar 258 en pleno centro de
Puerto Montt, tomando impulso con Micka Sin Sour con su set entre Nu disco
y algo de house que corre en la noche por el patio de este local en el que ya
va llegando algo de público a esta hora de la madrugada.
Una pareja se atreve a salir por fin a bailar en la pista, me acerco más al
escenario, marcando los tiempos del fluido y liviano ritmo que saca el
dj, lo suficiente para respirar y seguir otra media hora sin pausa en esta
embriagues sonora pura.
La una en punto llegan noticias de lo bien que anda el Metri
Festival por algunos que vienen desde el lugar. Pausa. A seguir bailando, la madrugada penetra con un tibio viento y el
humo que se va dispersando en el techo de los grupitos que llegan a conversar
de su rutinas y alucinaciones diarias.
Llega una gentil alma envuelta en la carne dulce de la
juventud hecha tentación de sueños continuos. Me habla de astros, los dos
simples astros, en historias que a veces se cruzan en un rincón de cada fiesta
o tocata que se hace en la ciudad.
Tal vez las delicias del paraíso, simple segundos de
eternidad, cuando sabes que esa mirada abra complicidad para dejar de ser y
encontrar la iluminación en la danza del corazón pasajero de un instante
llamado vida.
La dj Kate Baldovino cierra notable la noche con un set
exquisito de música, que llama a más gente a bailar.
Las 5 de la mañana. Termina la fiesta acá estoy en medio de
la pista como un viajero que parte en busca de un nuevo camino que se llama
mañana.
12 de enero del 2015