Del Palacio
de Buckingham a la Abadía de Westminster
El martes 7 de octubre después
de terminar una rápida visita panorámica por Londres con un guía local, nos bajamos
con mi madre por el Palacio de Buckingham la residencia oficial del monarca británico,
salía por esas horas la guardia del lugar con sus gallardos caballos.
Me aproxime a las rejas
a tomar un par de fotos, muchos turistas estaban a esa hora, con un cielo
absolutamente despejado, se hacían las condiciones ideales para caminar.
Avanzamos por una calle
que iba directo a la plaza Trafalgar. En eso tomamos un alto en una galería de
una asociación de artistas independientes Britanicos, donde se exhibían las últimas
vanguardias artísticas.
A mediodía llegamos a
plaza Trafalgar en el centro de Londres, construida en conmemoración por la Batalla de Trafalgar del 21 de octubre del
año 1805 en la que la armada británica aplasto
a las armadas francesa y española estaba lleno de niños, gente que pasaba por
el lugar o simplemente descansando. En un rincón un gaitero tocaba algo de tinte céltico, por otro lado habia algunos jóvenes
bailando, pero lo que más me llamo la atención fue un gallo gigante azul de la
artista alemana Katharina Fritsch que se había instalado reciente y por tiempo
temporal, quizás la única gracia es como si estuviera fuera de lugar, como una provocación
para el entorno, el arte es un juego que sigue sus caminos.
Entro al National Gallery
de Londres para apreciar algunas de las cumbres del arte de todo los tiempos como
" Los Girasoles" De Vincent Van Gogh, que brillan con una vida que
trasciende del color, George Seurat " bañistas en asnieres" con sus
finas pinceladas y con la obstinada fuerza de Joseph Mallord William Turner en sus cuadros
pase las horas abriendo puertas a tiempos y mundos lejanos y tan cercanos a los
dilemas contemporáneos.
Después nos fuimos
caminando hacia al sur de la plaza de trafalgar, donde se encuentra Horse
Guards Parade, donde se producen a
diario el cambio de guardia a caballo y acá se celebran desfiles y
celebraciones.
Al pasar me encuentro
con el cenotafio que recuerda a los caídos de las dos guerras mundiales. Seguirán
apareciendo los monumentos a las víctimas de los horrores de la guerra por
todas partes.
Si no fuera por las medidas de seguridad abría
pasado de largo el Número 10 de Downing Street la residencia oficial y oficina de trabajo del
Primer Lord del Tesoro y del Primer Ministro del Reino Unido. Acá se teje las
redes del poder y las decisiones que marcan la historia en este espacio no
llamativo, donde se respira lejanía de las fuerzas del orden.
Con un buen paso llego hasta la zona del Palacio de Westminster que alberga las dos cámaras del Parlamento del Reino Unido, este edificio ha sufrido una serie de modificaciones, la principal por consecuencias de un incendio 1834.
Acá se aprecian más medidas de seguridad, pero sin molestar más de lo debido a los viajeros que tranquilamente pueden tomar fotos a la construcción y la torre del reloj.
A un costado esta la Abadía de Westminster lugar tradicional para las coronaciones y entierros de los monarcas ingleses , como también de personalidades ilustres, de estilo gótico, se aprecia que es una estructura austera, que llama al orden, sin olvidar el poder de las revelaciones de la palabras de la fe de los creyentes.
Dejo este lugar para ver un poco el monumento a Winston Churchill, primer ministro británico que dirigió a este país en el periodo de la segunda guerra mundial, el sol brilla, no es agotador, es tibio, ideal para continuar por las calles londinenses resuenan en mi memoria las canciones de Blur, sin acostumbrarme al cambio de euro a libra esterlina (pound sterling en inglés) compro algunos libros y llaveros de recuerdo. Se va el dia, a lo lejos se escucha una sirena de la policía cruzando cerca del hotel en Bloomsbury ya es hora de dormir la madrugada me arrastra al sueño.