Bloomsbury y
sus tesoros
Al día siguiente comenzó
la jornada con un recorriendo por el
barrio de Bloomsbury en el centro de Londres. Esta zona residencial está
marcada por la presencia de la familia Russel que en los siglos XVIII marcaron
estilo construyeron terrazas y elegantes plazas que se abren al visitante como
una pausa necesaria en la urbe, un punto de encuentro que a veces se olvida en otras ciudades llenas de
cemento.
Bloomsbury es recordado
especialmente por un grupo de intelectuales y que habitaban en la zona entre
estos destacaban por nombrar a Virginia Woolf y ese torrente que nos llevaba a
lo más profundo del ser y al filosofo Bertrand Russell por su lucha pacifista y
en contra de las armas nucleares a partir del fin de la segunda guerra mundial.
Dejo atrás a University College London para llegar
a la hora de apertura de las puertas del museo Británico cerca de las 10 de la
mañana.
Este museo nació en 1753
que partió con los fondos de la colección
privada de Sir Hans Sloane, médico y naturalista. Al recorrer la colección
impresiona encontrarse con objetos que han marcado un antes y después en la
historia de la humanidad, estar al lado de esa revelación que es la Piedra de Rosetta es un fragmento de una
antigua estela egipcia del año 196 a. C. que permitió conocer el jeroglífico
egipcios, acercarse a un friso y escultura fúnebre del Mausoleo de Halicarso
una de las maravillas del mundo antiguo, junto con esas esculturas iluminadas
del templo de Artemisa de Efeso que aún entregan toda su belleza de estilo.
Las horas pasan y la
emoción invade mi mirada con el espacio para las civilizaciones de Mesopotania al
aproximarme a los relieves del palacios de Ashurbanipal y de Sennaquerib de
Ninive o los del palacio de Ashurnasirpal II de Nimrud. Corro a otra galería y
alli aparecen los marmoles de Elgin, esculturas procedentes del Partenón
llevadas a Gran Bretaña por el embajador británico en Constantinopla, Thomas
Bruce Elgin en el siglo XIX para venderlo al museo, tema aún se discute ya que
los griego aún reclaman esas piezas de su patrimonio cultural que fueron sacado
de su país en tiempo cuando eran ocupados por los otomanos.
Una de las cosas que me
gusto más del museo es la participación de los niños que se les enseña las
piezas con participación de sus profesores y guías claras para su formación académica,
como también lugares para que los ciegos a través de replicas se contacte con
las características más relevantes de ciertas esculturas.
Después en la tarde me
traslado hacia la estación de St Pancras, construida por el arquitecto George
Gilbert Scott entre 1860-1870, es una de las obras maestras del gotico de la época
victoriana.
A un lado se encuentra
la nueva British librery que desde 1997 da acogida a cerca de 12 millones de
libros que por razones de espacio fueron trasladados del Museo Britanico, acá
se pueden encontrar el manuscrito original de Alicia en el país de las
Maravillas de Lewis Carroll y las partituras con las correcciones de los clásicos
de los The Beatles.
La tarde se va, me
acerco a la escultura de bronce de Isaac Newton realizada por Edward Paolozzi,
tomo las ultimas foto, mientras se oscurece el cielo, invitando a despertar en
otro punto de este viaje.