De la pirámide al jardín
Al salir hacia el patio del Museo del Louvre me senté muy
cerca de la pirámide diseñada por el arquitecto
Ieoh Ming Pei quería tomar un respiro de tanto caminar. Mirada a la
multitud dando vuelta en un ir y venir constante, a los policías que se deslizaban en sus patines
vigilando la seguridad de la zona y los africanos que andaban vendiendo sus
pañoletas y llaveros en grupos tratando de no llamar la atención de las fuerzas
de seguridad.
El cielo estaba nublado, pero hacía calor.
Me anime y seguí avanzando hacia el jardín de las Tullerias.
El espacio es ocupado ampliamente por los Parisinos y
visitantes para hacer deportes, para que los niños jueguen en las piletas con
sus botecitos, las parejas caminen hablando de sus sueños de amor y un disfrute
del caminante que solo busca pasar entre esculturas con personajes míticos que
clavan sus heroicas posturas a los mortales que respiran en un ir y venir.
Un viaje permanente, un dialogo de la conciencia en su
camino de vivir.