lunes, julio 28, 2008

Viaje entre tiempos I parte

El estuario de Reloncavi es un espacio donde se respira fragilidad. No ahí huellas visibles del paso de los Poyas, Puelches de Nahuelhuapi, Jesuitas y de los primeros asentamientos estables a mediados del siglo XIX procedente de la isla Grande de Chiloé y las pequeñas islas cercanas a la zona especialmente de la isla Huar. De eso quedan algunos artefactos, uno que otro documento y la palabra de los lugareños, su biblioteca de memoria en que están reunidos las sensaciones de un pasado hecho por sus ancestros en este territorio.

Una nueva ruta

El camino Puelo-rampa Puelche esta atrapado entre dos formaciones geográficas, el estuario de Reloncavi y el volcán Yates. La vía en si es de ripio, en algunas zonas presenta dificultad para los vehículos que exige al conductor estar atento por lo abrupto de las formaciones geológicas del sector y los vacunos que pastorean en la ruta.


Afiladas rocas se clavan a un costado de la vía, como marca de un tiempo geológico en que la humanidad no respiraba y esta geografía estaba en gestación. Las caídas de agua dan a la vista una sensación de entrar a un espacio mágico, en que la vegetación aprovecha el último espacio de tierra para florecer.

A la distancia, el pasado

A lo lejos veo a la localidad de Sotomó y la isla Marimeli. Todo lo que se de ellas, proviene de sueños, de palabras, restos de memoria, esa que hablaban mis padres, de toninas que saltaban por los aires, de senderos que se perdían en desfiladeros, de termas lejanas, de vida de pioneros que colocaban sus casas en insólitos parajes donde los niños eran dueños de su paraíso jugando a la pelota, un universo que soplaba pausado, sin prisa, nada más lejano al de hoy.