En los últimos días la muerte volvió a bailar, llevando en su danza a dos ciudadanos de Puerto Montt. El dolor de la partida da paso al recuerdo, ese toque de eternidad que queda en el registro fósil de la memoria. Dos historias flotan en el viento sur llevando un tiempo que no volverá.
La bandera de Hugo John Machmar
Hugo John Machmar fue vencido por el color, las líneas, los trazos, esa tentación de jugar a ser creador que es la pintura. Alumno de Kart Schicketanz en el colegio Alemán donde aprendió la primera lección. Estudio luego en la facultad de bellas artes de
El verano era el tiempo del retorno a Puerto Montt donde iba a pintar Angelmo con los otros pintores. En 1953 participo en la academia “ Vicente Perez Rosales” junto a Gastón Gómez, Elizardo Bravo, César Butkovic, Menita Nilsen, Manoly y Emilio de
Flavio Rozas, Carlos Laroze, Juan Rivera. En 1971 participa en la fundación de
En las exposiciones que participaba en el país y aquellos de sus trabajos que viajaron a Estados Unidos, Alemania, Italia, Uruguay, Argentina y Ecuador mostraban en sus cerca de 80 obras a un hombre académico del arte, realista por naturaleza, atrapado por el entorno austral, que no olvidaba la influencia impresionista que se reflejaban en la ejecución de sus retratos y paisajes a base de óleo, acuarela y tempera.
La bandera oficial de Puerto Montt seria otro tema su vida. Blanca, verde, azul y la lancha negra tendría una disputa por su paternidad. Don Hugo John afirmaría que había sido el creador de la bandera, otro tanto después levantaría su voz Sergio Candia Contreras. Pero para ser claros todo apunta a que las características de la bandera de nuestra ciudad se definieron en 1968, ocupando un destacado rol el reconocido pintor Sergio Camin Hernandez, que con el aportes de otros pintores locales formaron el diseño que conocemos hoy.
Pero su bandera era el arte. A mediados de la década del setenta, poniendo dinero de su patrimonio y gente de su fábrica remodelo la actual sala de arte Hardy Wistuba como lo conocemos.
Se va el artista queda su pasión. Eso lo que deja Hugo John Machmar que sembró en los futuros pintores la necesidad de crear.
La obsesión de Jerjes
Es interesante entender por que alguien se obsesiona con su terruño. ¿El recuerdo?, ese deseo de volver atrás y perpetuar un pasado glorificado. Jerjes Apolo Olavarría Gallardo tenía razones para aquello. Su familia pertenecía a una pujante clase media cuando despertaba el siglo XX, su padre era dueño de una tienda de artículos femeninos en calle Antonio Varas. Deportista como sus hermanos fue basquesbolista, pimponista y además participo en el primer equipo de Hockey en patines de Puerto Montt cuya cancha funcionaba en un sitio vació donde actualmente se levanta el edificio de la municipalidad. También fue bombero de
¿Olvidar?. Era evidente que eso no estaba en él. Por eso escribió y busco conservar como buen aficionado, con más pasión que metodología la historia de Puerto Montt en sus columnas en el diario El Llanquihue. Además de hablar de las cosas que sucedían en la ciudad. Siendo destacable todos los antecedentes que aporto sobre el sismo del sesenta.
Pionero en los blog locales coloco en sus pagina su visión aristocrática de mundo, no dejo de crear cosas siendo un pilar de la en la fundación de
Quedara su obsesión, Puerto Montt y esa pregunta quienes somos que el tiempo se encargara de definir.