En estos días caminamos por las calles viendo cuerpos jóvenes degradados en su dignidad, aceptando su condición como una ley que se debe grabar bien en su cuerpo, “ tu eres parte de nosotros, la violencia nos une”. El mechoneo o ese rito de paso , donde el estudiante deja el liceo para entrar a un centro de estudios superior ( eso lo que debería ser idealmente), a entrado en un proceso de descomposición como celebración o bienvenida al joven a esta privilegiada condición estudiantil, para dejar espacio solo a la brutalidad, destruir la individualidad y reírse los torturadores con sus victimas sabiendo que no van a tener un castigo ejemplar por sus actos.
En la década de 1940 surgió este macabro rito, en que se hacías bromas y juegos a los recién llegados, entre estos cortarles el pelo y dejarle un mechón más largo que servía para identificarlo como nuevo, de ahí surge el termino mechón, característica que permitía unir a los novatos en los primeros días universitarios. Así el sentido de pertenencia a una comunidad de privilegiados en la sociedad, fue alimentando más y más el grado de violencia, “ si tu eres privilegiado debes sufrir por estar en ese puesto” parecían decir los organizadores de estas practicas.
Con la comercialización de la educación a principios de 1980, la fragmentación del espacio universitario, para trasformarse en un bien de consumo y la división social marcada que todo este fenómeno produjo en la universidad, no quedaba más que el gran desahogo, la única cosa que los hacia uno en la masa, esa violencia irracional no contra un rostro, sino contra una forma, algo que no puede racional, solo odiar, aquello que lo hace competir entre ellos, traicionarse y mentirse.
El mechón esta en la calle mostrando sus signos de tortura. Sonríe, con una actitud terrorífica, “ soy una victima, pero debo aceptar la violación a mis derechos humanos” es lo que nos dice sin palabras. Los peatones legitiman esta violencia entregándoles un par de monedas para que recuperen sus cosas, como si pisotear la dignidad del otro fuera lo más natural.
Hasta cuando vamos aceptar esta horrible practica. En que momento los centros de educación superior van a parar esto, o simplemente esperan que haya un muerto en estos ritos. Las autoridades gubernamentales van a detener alguna vez esta actividad netamente criminal que vemos en nuestras calles. Usted estudiante va seguir aceptando que violentes sus derechos.
Es tiempo de erradicar este mal. La sociedad esta enferma, con un debido tratamiento que lleve a ser a las instituciones de educación superior, una parte de la comunidad y al estudiantado parte de esta respetando su identidad, podremos dejar atrás este triste espectáculo, como una pesadilla de un tiempo oscuro.